El bendito rezo de Arda |
Arda no vio nada. Se puso de rodillas mirando hacia la portería del fondo sur. Los penaltis se lanzaban en la portería del fondo norte. Subió sus manos a la altura del pecho. Agachó la cabeza como si estuviera leyendo el Corán en las palmas. De hecho, lo leía. Algún versículo del libro sagrado de los musulmanes debió echar una mano. Minutos antes, ya sin apenas fuerzas por la larga duración y la extrema intensidad del partido, Arda había revoloteado con la pelota cuando le rodeaba medio equipo contrario. Y no la perdió. Casi nunca la pierde. Es Arda. No hay dos. Salió del camino en camilla, paralizado por los calambres, mientras la grada coreaba su nombre. Feliz.
La hinchada del Atleti
Un gol de Mario, un equipo de gladiadores, un sereno portero novato y una hinchada pretoriana habían llevado al equipo al lugar del que no quiere bajar. Y ha sido muy difícil. Por momentos, el Leverkusen presionaba al Atleti como el Atleti era capaz de hacerlo la temporada pasada: con tres y cuatro jugadores encima del contrario que tenía la pelota. Pero sólo eso, porque apenas provocaron temores en nuestra portería.
Seguimos vivos. Moyá, con lesión muscular. Raúl García, con una fisura en el brazo. Mandzukic, con un esguince... Todos, fundidos por el esfuerzo. Pero vivos. Es verdad que no está el equipo en su ser. Hemos vivido tiempos mejores no hace tanto. Pero ante el Sevilla se mantuvo el tipo. Al Valencia sólo se le concedió una ocasión de gol, con la desgracia de que acabó en el gol del empate. El Español no tuvo ni una sola; un gol anulado a Griezmann (sin que aún sepamos el motivo) y la desgracia evitaron la victoria. Y ahora, en cuartos de final de la Champions. Nos falta gol, pero tiene que llegar. Hay margen de mejora, pero seguimos ahí, donde están los más grandes. En nuestro sitio.
Síguenos en Twitter: @somosatleti
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Participa con tus comentarios y sé respetuoso con los demás. Gracias.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.