Simeone ha tenido mucho trabajo ante el Celta |
En pocas palabras: el primer tiempo del Atleti ha sido calamitoso. Sólo el portero y la defensa han mostrado una cierta dignidad. De ahí hacia arriba el despropósito ha sido general, salvo algunos intentos de Griezmann, que parecía Robinson Crusoe. Y Simeone se ha sentido en la obligación de poner orden haciendo un cambio a la media hora de partido. Le ha tocado a Tiago, como le podía haber tocado a Saúl, a Gabi o a Torres. Ha sido el portugués, que no ha logrado dar un pase al compañero en el rato que ha estado en el campo. Tiago fue de los mejores hace una semana, y lo viene siendo durante toda la temporada. Un mal día lo tiene cualquiera. Por desgracia, las prestaciones de su sustituto, Mario Suárez, no fueron buenas.
Cada balón en disputa quedaba en poder del Celta. El Atleti no comparecía. No era el equipo que vimos frente al Madrid. La mejor noticia del primer tiempo fue no encajar un gol.
Parecía mejorar el equipo en el segundo tiempo cuando llegó el penalti a favor del Celta. La jugada venía precedida de una mano no señalada del equipo gallego. El árbitro pudo pensar que era de rebote. Bien, salvo que un rato después sí señaló una mano mucho menos clara de Griezmann. El problema del arbitraje español es la falta de coherencia entre lo que pitan unos árbitros y otros. Y en ocasiones como hoy, la falta de coherencia de un árbitro consigo mismo.
Poco después, el Celta remataba el resultado. Entre Kron-Delhi, Nolito y Orellana se había merendado al Atleti. El árbitro echó una mano más no pitando un claro penalti del Celta. El desastre estaba consumado. De poco sirve jugar muy bien ante el Real Madrid si dimitimos en Vigo. Las ausencias de Koke y Arda no son justificación suficiente.
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