30 nov 2014

Miedo y asco en el Manzanares

Hoy una crónica futbolística al uso no tiene mucho sentido. El partido de hoy tampoco tenía sentido jugarlo y eso se ha notado en el ambiente. Se ha manchado para siempre el nombre de "El Manzanares". El río que inmortaliza nuestro himno y con el que de forma popular conocemos nuestro estadio es ahora un río de sangre por obra y gracia de dos grupos de ultras radicales que usan el fútbol y los escudos de sus equipos para sus inquinas salvajes. Nuestro escudo, nuestro himno, nuestro estadio, nuestra historia, nuestro club, nuestra gente, otra vez insultada por aquellos que se creen nuestros mejores representantes. Cabezas rapadas, hooligans, ultras, idiotas de todo pelaje o sin él, del Atleti, del Depor, del Rayo o de ninguno de ellos, que también los hay pues a algunos solo les mueve el dinero y la violencia que se mueve en este entorno, se han citado para zurrarse en la orilla de nuestro Manzanares, por donde desde hace décadas cruzamos felices para ir al Calderón y volvemos a veces orgullosos y a veces melancólicos, como el Paseo. Esta gentuza se cree con derecho a robarnos lo nuestro, a meternos miedo cuando vamos al campo, y hoy ya ha conseguido que miremos raro el cauce del río cuando hemos regresado, tristes, tras la victoria sobre el Depor, sabiendo que ya nunca lo miraremos igual porque unos bestias han tirado allí a un moribundo. Miedo y asco en el Manzanares.


Es la hora de la cordura y de no mirar para otro lado. Cuando el Frente Atlético, de forma tímida, se ha arrancado a animar, como si no hubiera pasado nada, la grada ha respondido entre silbidos y silencio. También hay quien ampara, justifica, simpatiza... La excusa, la de siempre: son los que más animan, bla, bla, bla. Es evidente que no todos los integrantes de la peña son iguales pero basta de medias tintas. La mejor afición del mundo (¿no es así?) no puede depender de un solo grupo y menos si cada quince años, los ultras (se llamen Bastión, FA o de cualquier otra manera) cargan un muerto a las espaldas de la marca Atlético de Madrid por mucho que pueda ser que el fallecido hoy en la reyerta, a falta de conocer los hechos que dictaminen las investigaciones policiales, tuviera también sus responsabilidades en lo sucedido.




Yo me quedo con el señor del Atleti que en medio de los gritos de "Asesinos, asesinos" que proferían los hinchas del Depor se ha levantado y les ha dado su bufanda para simbolizar que aquí el 99% somos buenos aficionados al fútbol. Y me quedo con los del Depor que le han dado a él una camiseta, y con la grada que ha aplaudido ese gesto. Pero no con los otros que mientras eso sucedía ya estaban buscando lugar para la próxima tangana con los "biris". Toca elegir quedarse con los unos o con los otros. Y en esa elección también tienen que entrar Gil y Cerezo. El mensaje del presidente en plan "nosotros no tenemos nada que ver con esto" es poco alentador.


Se trata de que en un futuro cualquier aficionado del Atleti pueda ir a La Coruña a ver a su equipo sin miedo a que los Riazor Blues le consideren un buen objetivo para llevar a cabo la cobarde vendetta que toca ahora. Se trata de que el Atleti no sea el equipo más odiado en San Sebastián porque hace dieciséis años asesinaron en las inmediaciones del Calderón a Aitor Zabaleta. Se trata de que cualquier aficionado de cualquier equipo pueda venir al Manzanares sin pensar que aquí muere gente, Se trata también de que hoy Arda Turan ha hecho un excepcional partido y casi no quedan ganas de contarlo.

Pero algo hay que contar para ser justos con el turco. Víctor Fernández, a quien sus aficionados han cantado aquello de "vete ya", venía diciendo eso tan manido de que el Atleti juega al límite del reglamento. Y es verdad, al menos en el caso de Arda. El barbudo juega tan al límite de lo bien que lo hace que si lo hiciera mejor habría que inventar un nuevo juego con otro nombre. Hoy ha vuelto loco a todos los que le han marcado tanto en la derecha como en la izquierda. Regates, pases, taconazos, combinaciones, presión, recuperaciones en defensa... Hasta ha metido un gol para redondear el mejor partido que se la visto esta temporada, que no es poca cosa. Es normal que no le hayan nominado para el balón de oro. El merece algo más que esa vulgaridad, merece crear su propio premio. El premio Leónidas, al furor otomano.

Su gol certifico la victoria tras el primero de Saúl, otra vez a la balón parado, en un partido que el Atleti dominó de principio a fin ante un flojo Deportivo. Moya apenas tuvo que detener un balón al final de un partido que lamentablemente no pasará a la historia por lo futbolístico.



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